sábado, 28 de septiembre de 2013

Sin sol y sin luna




Hola seguidores, aquí su querido autor.
La semana pasada no pude actualizar, estuve muy ocupado con el trabajo y cosas así, pasó algo curioso ese día. Me dijeron que conforme el paso del tiempo vas dejando de escribir y cosas así y es posible que sea cierto, tengo mucho desde la última vez que escribí poesía, y es que principalmente mi pareja acapara la mayor de mis escritos, no considero que sea algo malo, y lo compartiría si no fuera que muchas de las cosas que le escribo son personales. Espero pronto darme un espacio y ponerme a escribir poesía o un cuento. En fin, estuve revisando mis escritos viejos y me encontré con este, no lo he subido al blog aparentemente, así que disfrútenlo. 


Sin sol y sin luna…
De nuevo 10 de la mañana y siento el gélido aire en mi cuerpo.
Mientras veo el sol asomarse por mi ventana
me pregunto que pasa por mi mente,
la luna de ayer no me habló
y este sol hoy no me saluda,
el viento es frío y baila…
esta lloviendo y no sé como pueden coexistir.

La lluvia es fría y calmante,
el sol es caliente pero no me ayuda.
Sigo pensando que hay en mi mente…
pienso y pienso
y no encuentro nada…
¿Cuál fue el sueño de anoche?
No viene nada a mi cabeza…

Mi cuerpo me dice que quiere un beso,
mi cuerpo me dice que quiere un abrazo,
mi cuerpo me dice que tiene frio
pero mi mente no me dice nada
¿Por qué? ¿Por qué tan callada semejante creatura?
El sol y la luna que hoy no me ayudan
y el viento frío que lastima

Tal vez si soñé algo anoche
pero mi mente sabe que es malo recordarlo,
sabe que si deja llegar ese recuerdo a mi cuerpo
ni el sol ni la luna ni el viento podrán hacer algo por mí,
tal vez por eso no me dice nada…
Aun esta sepultando en algún lugar oscuro de su reino
ese recuerdo tan grande y por eso hoy no me habla

La mente es la que charla son el sol y con la luna,
mi cuerpo solo los siente pero no se atreve a conversar con ellos
¿Vivo al día? Despierto y sólo siento sentimientos de misantropía,
el sol no me alivia… ¿está enojado?
La luna no me habla… no necesita hablarme para decirme todo
pero el viento… el viento que es mí ser,  hoy, no se…
se queda… se queda a latiguearme con el frio…

¿Qué necesito hoy entonces?
Necesito un abrazo… un beso…
alguien que supla al sol y a mi luna…
Tal vez tus manos frías sean como mi viento,
tal vez tus labios carnosos sean mi sol,
tal vez tu pelo me diga lo que no me dice la luna…
tal vez… sólo tal vez hoy tú seas mi ayuda…

Mikhael Gray
21/03/11

 
"También yo te quiero y te quiero feliz..."
Francisco Gabilondo Soler "Cri-cri"

domingo, 15 de septiembre de 2013

Crónicas de Mikha: He sido liberado





Hola, me llamo Michel y tengo algo que contarles.

Probablemente hoy no escriba nada poético, posiblemente se aleje de un escrito normal y se acerque a lo que es el dramatismo, pero es algo personal, es algo que siento necesidad de compartir antes de que pase más tiempo, antes de que la memoria y el tiempo comiencen a arrancarme lo que siento y las palabras para describirlo.

Para comenzar tengo que hacer una pregunta.

¿Qué se siente estar enamorado?

Y de ahí partir de otro punto, yo nunca me había enamorado, así es, tenía arriba de veinte años y nunca supe lo que era estar enamorado. No sabía el por qué.

Alguna vez llegué a conocer a alguien que me hubiera gustado sentir todo eso que te describen en un enamoramiento. Ya saben, las mariposas, el corazón acelerado, el aire. Con el paso del tiempo y el giro que dieron las cosas, eventualmente llegué a sentir algo.

Llegué a ver a esa persona y sentir como la fuerza me abandonaba de las piernas, lo más cercano que tengo para describir esa sensación, es cuando estás peleando y recibes un golpe en la barbilla/quijada y se siente un escalofrío, como un corto en las piernas, como si recibieras una descarga eléctrica en la punta de los pies y esta te recorriera hasta el centro de tu cabeza, después sientes perder el control de tus piernas y una sensación como si estás se doblaran, se rompieran, pero todo sin dolor. Después sentía como si me golpearan en la boca del estomago, no sólo un golpe, varios, pero todos con una fuerza moderada para no lastimarte pero tampoco para dejarte respirar bien. También sentía como si alguien clavara sus dedos en medio de mis costillas y me alzara de ellas, sentía como los dedos se introducían entre los espacios de mis costillas y tocaban mis pulmones, y me dolía, no me dejaba respirar bien. Sentía como si dos manos gigantes me tomaran por el cuello y me apretaran con una piedad que iba más allá del sadismo, era como si me asfixiara un poco, sólo un poco, como si deseara verme morir poco a poco, esa sensación de irse quedando sin aire, de sofoco… y para “terminar”, también sentía un hormigueo intenso en los puños, en los brazos, como si estos perdieran toda su fuerza, como cuando te quedas dormido sobre ellos demasiado tiempo y se te duermen y no los puedes volver a mover hasta tiempo después. A veces, cuando mi mirada se cruzaba con la de esa persona, quizá pocos saben esta sensación, pero sentía como si me dieran una patada en el pecho, una de esas patadas que son con toda la planta del pie, como empujando. Quizá resulte difícil de asociar las sensaciones porque la mayoría son golpes, pero es mi modo de describirlas, práctico artes marciales desde que tengo 17 años (sin la intención de ser presumido), entonces he recibido patadas al pecho, a la cara, golpes en casi todos lados, entonces si les resulta difícil de asociarlo, disculpen.

Regresando al tema, más de una vez conté lo que sentía y muchos me dijeron que eso se siente cuando se está enamorado, yo siempre me rehúse a aceptar ese diagnóstico, ¿cómo era posible que el enamoramiento doliera tanto? ¿Cómo? Nunca tuvo la suficiente lógica para mí, ¿cómo era posible que una sensación tan maravillosa pudiera causar ese malestar? Y puedo continuar haciendo muchas preguntas que van de la mano de eso. Nunca terminaría, siempre me dio vueltas en la cabeza, más de una vez me esas preguntas me despertaron a las tres de la mañana buscando una respuesta a ellas y no la encontraría, eventualmente comencé a dejar esas preguntas de lado, ignorarlas y comencé a disfrutar de lo que hago, de lo que hacía en ese entonces, dejé todo eso que me agobiaba de lado y fui libre, viví y disfrute.

Con el paso del tiempo y los giros que da la vida, dejé de ver a la persona que causaba eso en mí, dejé de encontrarla casualmente en la calle, en el camión, dejé de buscarla en las calles de la ciudad, porque yo sabía que nuestras rutas no se encontraban tan separadas de lo normal y que quizá con un poco de suerte ella podría responder mis preguntas. Simplemente nos dejamos de ver completamente. Pero aun así, dentro de mí habitaba ese terror, no era miedo, era terror, ese terror de un día cualquiera la vida nos volviera a juntar por alguna razón misteriosa y yo me volviera a quebrar y revolcar en esa sensación que causaba, de que un día yo pudiera estar con mi pareja y de la nada ella apareciera y causara esa sensación de inseguridad en mí, me decidí a vivir en el exilio del amor, no tendría pareja durante años, según yo.

Después de un año y meses de mi exilio, alguien “apareció”, y pongo entre comillas, porque es alguien que ya estaba ahí, desde hace mucho tiempo estuvo ahí pero fui muy ciego o distraído y no me daba cuenta. Y las cosas se dieron y por primera vez en mi vida me enamoré, y confieso que la sensación es completamente diferente a lo que me habían dicho del enamoramiento. Es tan diferente que no tengo palabras, adjetivos, argumentos, letras suficientes para describirla, no me había pasado algo tan poderoso aun, y vaya que me han pasado cosas “interesantes” e impactantes… tan impactantes como decir que una vez me atropelló un camión de pasajeros...

Regresando al tema, las cosas pasaron, y estoy feliz y enamorado, pero así como la vida tiene sus giros, sucedió lo inevitable, la vida tiene ese modo de que en algún punto de ella te obligará a enfrentarte a tus demonios, no sabes si será hoy, mañana, en diez años o cincuenta o si la fortuna te sonríe y nunca te enfrenta a ellos. Y siempre tienes esa pequeña espina clavada en algún punto de tu pecho, esa presión que ahí está, como un dolor placentero, una extraña relación de masoquismo entre tus miedos y tú. 

El día de ayer fue ese día, la vida me puso frente a frente a uno de mis más grandes dolores, ante mi demonio. Ante eso que no me dejaba vivir tranquilo, pero la diferencia es que ahora me encontraba enamorado y con mi pareja, tengo que confesarlo, todo fue bien, todo fue bueno, me sentí fuerte, no me quebrante, en un principio me sentí ansioso pero me di cuenta que todo estaba bien, me sentí seguro e incluso en un punto de la madrugada hice un brindis a favor de ella y le desee lo mejor y fue sincero, no hubo mentira alguna en todo eso que salió de mi boca. Enfrenté a mi miedo, bebí, conviví y le desee lo mejor, lo pude ver a la cara y sonreírle, entonces me di cuenta que había sido liberado, que no cargaba ya con ese peso sobre mi espalda, esa espina sobre mi pecho, que estoy bien, que estoy feliz. Que cada vez estoy disfrutando más de lo que hago, de lo que vivo, de lo que me rodea. Y quizá no tenga sentido para muchos, pero para mí me resulta algo de lo mejor, me siento libre de una manera que va más allá de lo que había sentido alguna vez, simplemente siento que todo está perfecto.

Me amo a mí, amo mi vida y amo a mi pareja.   

He sido liberado…

                                Gracias Ana


TL;DR: me encontré con mi último trauma y lo superé, chan chan! 

Y la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido…  

sábado, 14 de septiembre de 2013

Héroes invisibles: el Don



Héroes invisibles: el Don

Los héroes están en todos lados, en todas partes, en todo momento… quizá exagere un poco, quizá más de una vez se ha necesitado ayuda y no ha existido ese buen samaritano que nos brinde una mano.

El Don fue un señor grande, de edad y de estatura. El Don medía arriba del metro ochenta, resalto esto porque sufro complejos de estatura y esto ayuda a incrementar el dramatismo de su historia, como decía, el Don fue un señor que siempre dijo que tenía arriba de los setenta años, de arriba del metro ochenta de altura, con un inglés sencillo y fluido, siempre contaba historias asombrosas de que le tocó trabajar a un lado de Bill Gates y otros empresarios famosos, por su edad sus historias no parecían inventadas, lo que le daba ese toque místico a sus historias era el hecho de que entre sus reliquias contaba con objetos que se podrían considerar “invaluables”, como cajas originales de la primer versión de Windows, y una foto dónde sale con quien parece Bill Gates en sus veintitantos. Aparte de todo eso, también contaba con las tarjetas perforadas, un método de programación bastante viejito.

La primera vez que le vi, yo tenía alrededor de doce años, el señor sería mi futuro vecino, venía con su familia. Su esposa, una mulata de carácter fuerte y mula; su hija que de igual manera demostraba un carácter como el de la madre pero con un rostro más mustio, nadie pensara que la hija fuera todo lo contrario a su cara; su sobrina, una mujer con una estatura arriba del promedio, un trasero pequeño y sobre saliente y unas tetitas redonditas, en ese entonces ella de unos dieciocho años, eventualmente regresaría con una hija de tres años y el padre que la abandonó, una carrera universitaria incompleta y para cerrar con broche de oro, destruir el matrimonio de  siete años entre una joven contadora y su pareja, un administrador que cayó al contoneo de esas pequeñas tetas redonditas.  

El Don siempre abrió una tienda y le puso apodo a todos los niños y jóvenes de la privada, a un amigo mío lo le puso “Skywalker”, mientras que a mí me puso “patada voladora” cuando se enteró que practicaba Karate. El Don fue un héroe y pocos lo apreciaron como eso, el señor abrió una tienda en nuestra comunidad, con su tienda le fiaba a los clientes y llevaba lista de gente que nunca le pagó, hubo personas que le llegaban a deber hasta mil pesos en pura mercancía, eventualmente dejó de hacer eso debido a las perdidas gigantes que sufría.

El Don era la clase de persona que siempre animaba a los demás a bailar en las fiestas, el que promovía que se celebraran las noches mexicanas, fiestas de navidad y la convivencia entre los habitantes de esta comunidad. Más de una vez me ayudó a reparar mi computadora, me enseñó de computadoras y me aconsejó demasiadas veces, siempre motivándome a seguir, a superar y alzarme entre todos los de mi generación donde vivo. No se equivocó, dijo que tenía potencial y yo creí en él porque él creyó en mí. Con el crecimiento de mi desarrollo profesional, comencé a alejarme de muchas personas, incluido el Don. De vez en cuando lo encontraba para saludarlo, para contarle lo bien que iba mi desarrollo profesional, emocional y más.

Hace unos meses dejó de atender su tienda, comenzó a venir alguien más… nadie se inmuto, todos continuaron iguales. De vez en cuando alguien preguntaría por el Don pero nadie sabía responder, dejando fácil el asumir pero nunca llegando más lejos.

Hace unos días llegó el rumor de que el señor había fallecido… nadie hizo nada, ni una misa, ni más informes. Todo lo que fue respecto a él permaneció muy escondido. Yo no sé si falleció, no sé si sea verdad, pero si sé que ese señor fue un héroe invisible, de esos que están por todas partes, que nos salvan cuando menos lo esperamos, que nos aconsejan, que nos motivan. Y si nadie se atrevió a darle un tributo, por lo menos yo me atrevo a escribir un poco de lo que ese señor realizó, para que tenga ese tributo invisible en la red, recordando a este hombre por todo lo bueno que hizo.

Descanse en paz Don Roberto.