viernes, 8 de septiembre de 2023

Grietas Emocionales

 

Grietas Emocionales I

Entre mis grietas

se me escapa brea, hielo y cenizas.

El corazón es una llama que arde.

El agua emana de mi rostro, de mi espalda.

 

Mezclo ceniza con tierra

aprisionando en mis puños

ha de cristalizarse.

 

Aquí nadie voltea a ver sirenas

el vino y el queso está podrido.

 

Ojos de gitana que cortan

este cuerpo lesionado.

 

Gritos envasados al vacío.

Nadie escucha lo que no le importa.

Le importan más los que le siguen

que yo

que la he amado.

 

Escenarios esquizoides ruedan

eran bolita. Que sopesan

escenarios inexistentes.

 

Sirenas que nunca escuche

me llaman su fan.

Con cantos

tan parcos

tan intrascendentes

tan ególatras.

 

Si migrara hacia el desierto

de arena blanca, quizá sería feliz.

Si me sumergiera en los arrecifes

de coral, podría contraer nupcias gratas.

 

— ¿Cómo estás? —. Me pregunta una secretaria.

— Cansado, estoy roto y cansado —. Responden mis ojeras.

 

Quiero llorar por todo lo que he perdido

por todo lo que no salvo ni se salva.

Que mi llanto riegue

las hectáreas de silencio

que me han obsequiado.

 

Miro hacia con Dios

decepcionado.

Que costumbre tan salvaje

esa de abandonar a tus hijos.

 

Carlos, abrázame que quiero llorar

pero no encuentro lecho para mi alma

quebrantada.

 

Lo que más duele…

no, lo que más hiere

es el abandono.

 

Fragmentos punzocortantes

ardientes de lo que alguna vez

fueron promesas.

 

Diálogos ajenos bajo la lengua.

Hoy Atenea ataca por la espalda.

 

La rabia del pasado

con esa espuma

he tejido este manto.

 

¿Y mi existencia?

Cimentada en una falacia.

 

¿Por qué me dejó?

De joderme mejor

colera

arráncame ¿no?

Polvo, eso es lo que soy.

 

“Si no me importaras no te buscaría, ¿no crees?”

De nuevo entrego mi cuerpo para los cuervos.

Cuerpos que jamás he de tocar.

 

Sísifo, me condenaron a ser yo mismo.

¿Fue Dios o fue Soledad?

— Mikhael Gray