Héroes invisibles: el Don
Los héroes están en todos lados,
en todas partes, en todo momento… quizá exagere un poco, quizá más de una vez
se ha necesitado ayuda y no ha existido ese buen samaritano que nos brinde una
mano.
El Don fue un señor grande, de
edad y de estatura. El Don medía arriba del metro ochenta, resalto esto porque
sufro complejos de estatura y esto ayuda a incrementar el dramatismo de su
historia, como decía, el Don fue un señor que siempre dijo que tenía arriba de
los setenta años, de arriba del metro ochenta de altura, con un inglés sencillo
y fluido, siempre contaba historias asombrosas de que le tocó trabajar a un
lado de Bill Gates y otros empresarios famosos, por su edad sus historias no
parecían inventadas, lo que le daba ese toque místico a sus historias era el
hecho de que entre sus reliquias contaba con objetos que se podrían considerar “invaluables”,
como cajas originales de la primer versión de Windows, y una foto dónde sale
con quien parece Bill Gates en sus veintitantos. Aparte de todo eso, también
contaba con las tarjetas perforadas, un método de programación bastante
viejito.
La primera vez que le vi, yo
tenía alrededor de doce años, el señor sería mi futuro vecino, venía con su
familia. Su esposa, una mulata de carácter fuerte y mula; su hija que de igual
manera demostraba un carácter como el de la madre pero con un rostro más
mustio, nadie pensara que la hija fuera todo lo contrario a su cara; su
sobrina, una mujer con una estatura arriba del promedio, un trasero pequeño y
sobre saliente y unas tetitas redonditas, en ese entonces ella de unos dieciocho
años, eventualmente regresaría con una hija de tres años y el padre que la
abandonó, una carrera universitaria incompleta y para cerrar con broche de oro,
destruir el matrimonio de siete años
entre una joven contadora y su pareja, un administrador que cayó al contoneo de
esas pequeñas tetas redonditas.
El Don siempre abrió una tienda y
le puso apodo a todos los niños y jóvenes de la privada, a un amigo mío lo le
puso “Skywalker”, mientras que a mí me puso “patada voladora” cuando se enteró
que practicaba Karate. El Don fue un héroe y pocos lo apreciaron como eso, el
señor abrió una tienda en nuestra comunidad, con su tienda le fiaba a los
clientes y llevaba lista de gente que nunca le pagó, hubo personas que le llegaban
a deber hasta mil pesos en pura mercancía, eventualmente dejó de hacer eso
debido a las perdidas gigantes que sufría.
El Don era la clase de persona
que siempre animaba a los demás a bailar en las fiestas, el que promovía que se
celebraran las noches mexicanas, fiestas de navidad y la convivencia entre los
habitantes de esta comunidad. Más de una vez me ayudó a reparar mi computadora,
me enseñó de computadoras y me aconsejó demasiadas veces, siempre motivándome a
seguir, a superar y alzarme entre todos los de mi generación donde vivo. No se
equivocó, dijo que tenía potencial y yo creí en él porque él creyó en mí. Con el
crecimiento de mi desarrollo profesional, comencé a alejarme de muchas
personas, incluido el Don. De vez en cuando lo encontraba para saludarlo, para
contarle lo bien que iba mi desarrollo profesional, emocional y más.
Hace unos meses dejó de atender su
tienda, comenzó a venir alguien más… nadie se inmuto, todos continuaron
iguales. De vez en cuando alguien preguntaría por el Don pero nadie sabía
responder, dejando fácil el asumir pero nunca llegando más lejos.
Hace unos días llegó el rumor de
que el señor había fallecido… nadie hizo nada, ni una misa, ni más informes. Todo
lo que fue respecto a él permaneció muy escondido. Yo no sé si falleció, no sé
si sea verdad, pero si sé que ese señor fue un héroe invisible, de esos que
están por todas partes, que nos salvan cuando menos lo esperamos, que nos
aconsejan, que nos motivan. Y si nadie se atrevió a darle un tributo, por lo
menos yo me atrevo a escribir un poco de lo que ese señor realizó, para que
tenga ese tributo invisible en la red, recordando a este hombre por todo lo
bueno que hizo.
Descanse en paz Don Roberto.
Me sumergí en el relato, me encanto :)
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