23 de julio, 2024
Querida Ángeles:
Sé que escribir esta carta es mala
idea, pero las recaídas a veces son necesarias.
No sé como decirte que despedirme de
ti se sintió como un golpe en la boca del estómago. Se siente como el aire
abandona mi cuerpo y una onda de dolor que me recorre de extremo a extremo.
Se siente como si el color de la
vida perdiera varios tonos de intensidad. Es como si mi libro favorito dejara
de emocionarme.
No sé como soltar sin que me duela. Sin
perderle el sentido a la vida.
No sé como decirte que eres este
futuro al que me aferro a pesar de ya haber terminado hace tiempo.
Me duelen todas estas memorias e
ideales que ya no sucederán.
Me duele el olor que se desvanece de
tu ropa.
Me dueles como esa última mirada,
ese abrazo que no me diste, y mis lágrimas en la estación de autobuses.
Es como si mi estrella favorita un
día ya no se presentara en el firmamento.
Me siento como ese que no se ríe
porque no entendió el chiste, cuando ¡oh sorpresa! Yo soy el chiste.
“No sé como despedirme de alguien
que ya no te quiere”.
No sé como dejar de querer.
Me duele que para que mañana ya no
duelas, tengas que dolerme durante varias lunas llenas.
Me duele que tu cicatriz se quedará
más tiempo a mi lado que nuestra historia misma.
Me duele no poder apreciar ese
infame vestido de novia o ese álbum de fotografías familiares.
¿quién sujeta tu mano hoy?
Me dueles como te amo. Con toda mi
existencia.
El tiempo me ayudará a reparar lo
que rompiste con tu silencio e indiferencia.
No sé como despedirme de quien ya no
quiere y que aún hoy amo.
Perdón por la recaída, te prometo
poder aguantar más tiempo.
Sólo hoy amaneciste doliendo más de
lo habitual.
—Mikha